Dramaturgias postdramáticas / David Ladra Monográfico : Transgresión y poder.
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Tipo de ítem | Biblioteca actual | Colección | Ubicación en estantería | Signatura | Info Vol | URL | Estado | Notas | Fecha de vencimiento | Código de barras |
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CDAEM | REV407 | Sede de Argumosa | 407 | Núm. 40 (2011) | Enlace al recurso | No para préstamo | Transgresión y poder | REV407 40 |
"Pretender que el drama sea la forma «natural» del teatro, como hoy lo hacen no solo muchos autores teatrales (no en vano llamados «dramaturgos»), sino la práctica totalidad del público, es una extrapolación, seguramente interesada, que no corrobora en absoluto la historia de las artes escénicas. Así lo argumenta Hans-Thies Lehmann, profesor de estudios teatrales en la Universidad J. W. Goethe de Fráncfort, en su libro Postdramatisches Theater,1 aparecido hace ya once años, en 1999, en dicha ciudad alemana y aún por traducir a nuestra lengua, muestra palpable esta del proverbial desinterés, tanto de nuestras gentes de teatro como de las editoriales del gremio, por lo que se hace allende los Pirineos, es decir, en Europa. Y es que el drama aparece como género teatral en las postrimerías del Renacimiento para alcanzar su mayoría de edad impulsado por los públicos populares -pero no «desalfabetizados», como los nuestros- que abarrotan nuestros corrales o los escenarios londinenses. Recuperado por el romanticismo tras el paréntesis neoclásico e ilustrado, alcanza su apogeo en el siglo XIX cuando monopoliza toda la actividad escénica, influye decisivamente en la arquitectura del edificio teatral, acomodándola a las clases sociales que lo frecuentan, y se convierte, junto con la ópera, en el pasatiempo emblemático de la burguesía. Por entonces, llevaba unos doscientos años de vigencia sobre los casi mil quinientos transcurridos desde Los Persas..."
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