El teatro también se lee / Antonio Martínez Menchén El teatro también se lee

Por: Martínez Menchén, AntonioTipo de material: ArtículoArtículoDetalles de publicación: Madrid : : Asociación de Autores de Teatro, , Primavera-2006Descripción: P. 43. 30 cmISSN: 1575-9504Tema(s): Teatro y lecturaRecursos en línea: Ir al artículo (Texto completo) | Descargar | Dialnet En: Las Puertas del DramaAlcance y contenido: "En la pequeña ciudad donde transcurrió mi infancia y adolescencia había dos teatros:uno,el Cervantes,estaba situado en la calle Real, frente a un mirador desde el que se contemplaba la parte baja de la ciudad,y enfrente,el Guadarrama con los Siete Picos y la Mujer Muerta; el otro, un bonito edificio neoclásico, estaba ubicado en la Plaza Mayor y llevaba el nombre del héroe comunero de la ciudad:Juan Bravo.Como ocurría con frecuencia,aquellos dos teatros estaban dedicados al cine.Tan solo de tarde en tarde había espectáculos teatrales.Creo haber asistido con mi padre a un par de representaciones del tipo ópera flamenca que en aquellos años de la posguerra hacían furor. Recuerdo que en uno de ellos,en mitad de la representación,irrumpió en el escenario un gitanillo que con voz plañidera exclamó: «Ha muerto don Ramón Montoya»,lo que provocó variadas muestras de dolor en el cuadro actuante.Eso es lo único que mi memoria guarda de aquel par de veces que acudí a los llamados teatros de mi ciudad para ver algo que no fuese cine. Teatro-teatro,lo primero y lo único que vi fue una representación que los alumnos de mi colegio hicieron de Es mi nombre,según la versión de un cierto fraile mentecato que se dedicaba a adaptar obras teatrales para ser representadas en colegios religiosos transformando las mujeres en hombres, con lo que la hija de nuestro hombre se convertía en hijo,lo que hacía la obra un tanto incongruente.Hasta que fui a Madrid para estudiar Derecho,este era mi único bagaje teatral..."
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Argumosa 407 Núm. 26 (Primavera 2006) Enlace al recurso No para préstamo Tendencias REV407 26

"En la pequeña ciudad donde transcurrió mi infancia y adolescencia había dos teatros:uno,el Cervantes,estaba situado en la calle Real, frente a un mirador desde el que se contemplaba la parte baja de la ciudad,y enfrente,el Guadarrama con los Siete Picos y la Mujer Muerta; el otro, un bonito edificio neoclásico, estaba ubicado en la Plaza Mayor y llevaba el nombre del héroe comunero de la ciudad:Juan Bravo.Como ocurría con frecuencia,aquellos dos teatros estaban dedicados al cine.Tan solo de tarde en tarde había espectáculos teatrales.Creo haber asistido con mi padre a un par de representaciones del tipo ópera flamenca que en aquellos años de la posguerra hacían furor. Recuerdo que en uno de ellos,en mitad de la representación,irrumpió en el escenario un gitanillo que con voz plañidera exclamó: «Ha muerto don Ramón Montoya»,lo que provocó variadas muestras de dolor en el cuadro actuante.Eso es lo único que mi memoria guarda de aquel par de veces que acudí a los llamados teatros de mi ciudad para ver algo que no fuese cine. Teatro-teatro,lo primero y lo único que vi fue una representación que los alumnos de mi colegio hicieron de Es mi nombre,según la versión de un cierto fraile mentecato que se dedicaba a adaptar obras teatrales para ser representadas en colegios religiosos transformando las mujeres en hombres, con lo que la hija de nuestro hombre se convertía en hijo,lo que hacía la obra un tanto incongruente.Hasta que fui a Madrid para estudiar Derecho,este era mi único bagaje teatral..."

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