Schoenberg's Interior Designs WATKINS, Holly

Por: Tipo de material: ArtículoArtículoDetalles de publicación: 2008: American Musicological Society], [Richmond (Va) En: Journal of the American Musicological Society Vol. 61, núm. 1,Primavera 2008, p. 123Resumen: RESUMEN: Testimonios cercanos de la Viena del fin de siglo, tienden a considerar los puntos de vista de los trabajos atonales de Arnold Schoenberg y Adolf Loos, como polémicos y antiornamentales expresiones de los similares principios modernistas. Aunque los dos amigos estaban firmemente decididos a desafiar a los estándares burgueses sobre la belleza, la aparente calma de los edificios de Loos, cuyas desnudas fachadas guardaban lujosos y refinados interiores, es difícil de reconciliar con la radicalidad disonante de Schoenberg y la expresividad sonora de 1910. Esta divergencia puede entenderse en términos de respuestas contrapuestas a la modernidad urbana. Mientras que la arquitectura de Loos facilitaba un retiro introspectivo, los impulsos inconscientes emitidos por Schoenberg en los procesos compositivos imitaban las crisis psicológicas que George Simmel creía que imitaban a los habitantes de las ciudades-unas crisis que de manera interna o externa ya no eran discernibles. Considerando la música de Schoenberg en relación al problema de la privacidad, el autor del artículo considera que la estética compositiva del autor empezó a converger con la de Loos unicamente a final de su carrera. Al incorporar el sentimiento de privacidad en el mismo tejido de la música de doce tonos también traiciona la influencia de las innovaciones de Loos en el plano intimista de 1920 y 1930. Aprovechando los propósitos psicológicos y sociológicos de los di seños de Loos como herramientas interpretativas, se propone que un método de doce tonos represente un compromiso renovado hacía la privacidad y el intimismo de cara a la exteriorización de los impulsos de la modernidad urbana.
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RESUMEN: Testimonios cercanos de la Viena del fin de siglo, tienden a considerar los puntos de vista de los trabajos atonales de Arnold Schoenberg y Adolf Loos, como polémicos y antiornamentales expresiones de los similares principios modernistas. Aunque los dos amigos estaban firmemente decididos a desafiar a los estándares burgueses sobre la belleza, la aparente calma de los edificios de Loos, cuyas desnudas fachadas guardaban lujosos y refinados interiores, es difícil de reconciliar con la radicalidad disonante de Schoenberg y la expresividad sonora de 1910. Esta divergencia puede entenderse en términos de respuestas contrapuestas a la modernidad urbana. Mientras que la arquitectura de Loos facilitaba un retiro introspectivo, los impulsos inconscientes emitidos por Schoenberg en los procesos compositivos imitaban las crisis psicológicas que George Simmel creía que imitaban a los habitantes de las ciudades-unas crisis que de manera interna o externa ya no eran discernibles. Considerando la música de Schoenberg en relación al problema de la privacidad, el autor del artículo considera que la estética compositiva del autor empezó a converger con la de Loos unicamente a final de su carrera. Al incorporar el sentimiento de privacidad en el mismo tejido de la música de doce tonos también traiciona la influencia de las innovaciones de Loos en el plano intimista de 1920 y 1930. Aprovechando los propósitos psicológicos y sociológicos de los di seños de Loos como herramientas interpretativas, se propone que un método de doce tonos represente un compromiso renovado hacía la privacidad y el intimismo de cara a la exteriorización de los impulsos de la modernidad urbana.