Sortilegios, hechizos y vida rural en Menorca, una mirada a su evolución Antoni Picazo Muntaner
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ArtículoDetalles de publicación: Valladolid : O.C.C.A.P., 2019Descripción: 9 p
En: Revista de Folklore 42615 núm. 445, Marzo, 2019, p. 4-12Resumen: El lobo como animal peligroso y el bosque como espacio prohibido son arquetipos frecuentes en la tradición oral. Podríamos recordar como paradigma el cuento de caperucita roja y tantos otros en los que la actitud de los animales y su posible peligrosidad son descritos minuciosamente para que todo ello sirva de admonición o aviso a los oyentes, especialmente si son niños. Pero veamos otro ejemplo, el de la descripción pasiva, en el que una mentalidad campesina debe dar explicación a un hecho mágico que llega en forma de relato. Recurramos al cuento de «La cenicienta» -por estas tierras llamada la «marrana cenicienta»-, del que recordaremos los pasajes principales siguiendo una versión local recogida en Castilla. Un padre tiene tres hijas y tiene que salir de viaje fuera de España. Les pregunta qué quieren que les traiga a su regreso. Las dos mayores eligen objetos que las embellezcan. La pequeña, ante la sorpresa y la risa de sus hermanas que la desprecian, prefiere que le traiga una vara de nogal con tres nueces. Poco después se anuncia un baile para casar al príncipe, y las mayores se engalanan con sus regalos; la cenicienta pide a la varita de la virtud las mejores joyas durante tres noches seguidas: «Varita de la virtud, por la nuez primera que me salga un vestido... más bonito que el de mis hermanas». La varita se lo concede y ella enamora al príncipe. Éste no descansa hasta que la encuentra, se casan y son felices.
Este artículo forma parte y se enmarca dentro del proyecto de investigación HAR2015-67585-P, "Gobierno, guerra, grupos de poder y sociedad en el reino de Mallorca durante la Edad Moderna"
El lobo como animal peligroso y el bosque como espacio prohibido son arquetipos frecuentes en la tradición oral. Podríamos recordar como paradigma el cuento de caperucita roja y tantos otros en los que la actitud de los animales y su posible peligrosidad son descritos minuciosamente para que todo ello sirva de admonición o aviso a los oyentes, especialmente si son niños. Pero veamos otro ejemplo, el de la descripción pasiva, en el que una mentalidad campesina debe dar explicación a un hecho mágico que llega en forma de relato. Recurramos al cuento de «La cenicienta» -por estas tierras llamada la «marrana cenicienta»-, del que recordaremos los pasajes principales siguiendo una versión local recogida en Castilla. Un padre tiene tres hijas y tiene que salir de viaje fuera de España. Les pregunta qué quieren que les traiga a su regreso. Las dos mayores eligen objetos que las embellezcan. La pequeña, ante la sorpresa y la risa de sus hermanas que la desprecian, prefiere que le traiga una vara de nogal con tres nueces. Poco después se anuncia un baile para casar al príncipe, y las mayores se engalanan con sus regalos; la cenicienta pide a la varita de la virtud las mejores joyas durante tres noches seguidas: «Varita de la virtud, por la nuez primera que me salga un vestido... más bonito que el de mis hermanas». La varita se lo concede y ella enamora al príncipe. Éste no descansa hasta que la encuentra, se casan y son felices.
